jueves, 11 de diciembre de 2008

¿A dónde van?

Blanco amanecer


- ¿Y como has llegado tu aquí?

Fue con aquella pregunta que Santino logro entrar en razón y salir de aquel estado de transe que lo había azotado hace quien sabe cuanto tiempo. Y es que no lograba recordar como llego allí, o hace cuanto tiempo, o cual era el lugar en donde se encontraba. Nunca había sido presa de tal confusión.

- Debes de ser un recién llegado, todos estamos igual cuando recién llegamos – dijo aquel hombre de edad adulta, tez morena y túnica blanca, poseedor de una gran sonrisa a través de la cual podía divisarse una dentadura casi perfecta.
Pero dejando de lado aquella perfección, aquel comentario no hizo más que aumentar el desconcierto en la atormentada mente de Santino.

- ¿Donde estoy? ¿Dónde esta mi familia? ¿Esta todo bien? ¿Qué me paso? ¡¿Donde estoy?!
- Tranquilo. Intentemos atar cabos lentamente amigo mío. ¿Qué es lo último que puedes recordar?

Nunca le costo tanto a Santino pedirle ayuda a su memoria como en aquel entonces. El respeto con que se dirigía el hombre era poco habitual entre las personas de la gran ciudad donde el era residente lo que le hacia creer que no se encontraba en su metrópolis. Luego de unos segundos y de un desesperado esfuerzo, algo de luz ilumino su mente:

- Era el casamiento de mi hermano en las afueras de la ciudad. Se había quedado sin bebidas y salí a comprar.
- Bien, es un buen comienzo, ¿Qué más recuerdas amigo? – Le pregunto el hombre de la gran sonrisa cual psicólogo a su paciente.
- Estaba cruzando el puente de Madison antes de llegar al pueblo y… - Santino enmudeció y el color de su tez se volvió de un blanco fantasmal - Y no recuerdo más nada.

Para nuestro amigo, la presión y la falta de información eran letales y no hacían más que confundir aun en mayor medida su ya perturbada mente. Miro a su alrededor: parecía encontrarse en un gran jardín, con hermosos cielos color amarillo, cual puesta de sol, pero sin aquel febo que molestara los ojos de uno. Le hacia recordar a los cuadros de Monet que tanto admiraba en su adolescencia y que lo inspirarían durante toda su vida. El paisaje encantaba a la vista con enormes y hermosas mesetas, habitadas por niños que corrían y jugaban, árboles repletos de frutos de distintos motivos y tamaños y un arrollo de considerable anchura que moría en un gran lago de costa pedrosa. Inmensas montañas completamente nevadas podían ser divisadas a lo lejos, tan inmensas que hacían sentir a cualquier persona lo finita que era su existencia. Cualquier hombre se asimilaría con la misma nada comparada a tal poderío y grandeza. Y aquel aroma a jazmín que siempre le había brindado un sentimiento de paz y tranquilidad a Santino, pero que poco ayudaba en aquella situación, completaba aquel paraíso.
Sin embargo lo que más le llamo la atención en aquel “jardín del Edén” fue las vestimentas de sus habitantes: todos se encontraban de blanco, un blanco tan puro y brillante que opacaba a cualquiera de su especie que quisiera comparársele. Santino fue hacia el lago para regalarle a sus ojos aquel paisaje de ensueño e intentar tranquilizar su alma. Al ver su reflejo en las transparentes aguas noto que el también llevaba consigo blancas ropas: una especie de túnica con cuello triangular, de anchas mangas, y unos pantalones que se extendían hasta por debajo de su rodilla. Le pareció extraño pero se encontraba descalzo. Nunca se había sentido tan cómodo.

- Y, ¿alguna nueva idea? – pregunto el hombre de la gran sonrisa haciendo uso de aquel atributo.
- ¿Estoy muerto? – pregunto Santino luego de unos segundos durante los cuales su vista se perdía en el césped del gran jardín. Estas fueron las dos palabras mas difíciles de pronunciar en toda su… ¿Vida?
- No estas tan errado mi amigo. Sin embargo… ¿Qué es la muerte? No es otra cosa que un paso más de lo que se considera vida: Morir, fallecer. Ser comida de gusanos, fertilizante para plantas, hacerse polvo. Pasar a una mejor vida, irse al cielo, ser un ángel. O mi favorito: estirar la pata. La muerte esta totalmente sobrevalorada. Tu, mi querido compañero, estas muerto y ni siquiera te has dado cuenta.

Aquella frase quedo por varios segundos en la cabeza de Santino y reflexiono sobre ella por unos cuantos mas. ¿Muerto? No podía comprender como. No podía aceptarlo, no podía creer en aquella repentina realidad. La inmediata consecuencia de aquel descubrimiento fue sentarse a la orilla del lago seguido por el desahogo del alma a través de sus ojos que tantas veces lo habían liberado de grandes presiones.
En lo único que pensaba era en todos los problemas que acarreaban el hecho de que su persona no se encontrase ya en el mundo de los mortales. Solo se aterrorizaba con el hecho de pensar que había gente a la que le debía dinero, gran cantidad de obras sin terminar, infinidad de ideas que nunca se harían materiales, o la futura muestra en la que ya no podría participar. No mas viajes, no mas música, no mas cine, no mas amigos. No volvería a ver a su familia, medio millón de sueños le habían quedado por realizar, o al menos morir en el intento de hacerlos realidad… morir… que ironía… No vería a sus hijos crecer, irse de casa, casarse… no vería a su esposa envejecer junto a el hasta tal punto que un silencio, una simple mirada, bastaría para entenderse mutuamente y que, aunque sea uno de los dos el que estuviese contando alguna vieja historia, los dos eran los que estarían hablando sin la necesidad de que uno de ellos abra la boca. Y su peor miedo se hacia presente: la soledad. No hace falta decir que las lagrimas ya se habían apoderado de el hace ya bastantes minutos.

- No creas que estas solo – le dijo el hombre de la gran sonrisa mientras miraba hacia un punto donde Santino solo podía ver el horizonte – todos en un comienzo nos encontramos desconcertados, desesperanzados, sin nada por que vivir… Y es que… ya no estamos más vivos. Pero no tomes literalmente aquella palabra: aquí también hay vida, se pueden realizar muchas cosas. Aquí nunca más vas a sufrir físicamente, puedes tener todo lo que quieras, no tienes que preocuparte por la cuenta del gas o la tarea de los pequeños críos. Aquí eres tu y la nada…

Se notaba que el hombre hacia ya mucho tiempo que se encontraba en aquel lugar. Santino dirigió sus ojos hacia los de este y, cual sabio, no expreso ninguna palabra ya que con su mirada basto para callarlo. Luego de unos minutos el hombre de la gran sonrisa dio media vuelta y comenzó a retirarse frente a la desaprobación de nuestro amigo.

- ¿Ves a aquel chico de allá? – pregunto Santino rompiendo el infinito silencio haciendo que su viejo compañero de soledad de media vuelta y con un dedo le señaló al hombre un niño de unos 6 años de edad corriendo por la colina, persiguiendo a una niña de su misma estatura y, por lo que nuestro amigo creía, edad – daría lo que fuera por ser aquel niño, sin nada en que pensar, sin nada por que preocuparme, sin nada de que acordarme.
- No – dijo el hombre de la gran sonrisa.
- ¿No qué?
- No puedo verlo.
- ¿Cómo que no lo podes ver? – exclamo Santino tan desconcertado como siempre desde que llego a aquel misterioso paraíso, y mas misterioso ahora luego de aquel comentario.
- En aquella dirección yo solo veo un gran bosque extendiéndose por todas partes hasta morir aquí, frente a ti y a mí, en un mar infinito.
- ¡Pero si aquí hay un lago! Yo estaré muerto pero usted esta loco.
- La diferencia entre mi y un loco es que yo no lo estoy – exclamo el viejo sonriendo.
- Dalí.
- Veo que le gusta el arte.
- Me gustaría mas entender por que usted no ve al niño.
- Es difícil de explicar… ya que nunca nadie dio una explicación… Llamémosle “paraíso” a este increíble y bello lugar. Cada uno tiene una idea distinta del paraíso: para ti, mi amigo, es un gran lago con montañas y mesetas cubiertas del mas verde césped cual alfombra por lo que soy capaz de entender y bla bla bla. Para mi es un inmenso bosque con árboles tan altos como rascacielos, con sonidos de aves y grillos tan fuertes como si una banda estuviese dando su último concierto. Un inmenso bosque que cuando finaliza da comienzo a un mar de agua dulce con costas de arena completamente blancas, casi tan blancas como las ropas que llevamos tú y yo puestas. Ese es mi paraíso. El niño que tu nombras se encuentra en mi paraíso, como yo me encuentro en el de el y tu te encuentras en el mío. Pero en este momento está dentro de mi bosque que tal vez sea su lago o mar o parque de diversiones… ¿Entiendes?
- Creo que si… es como que ahora nosotros somos Dios…
- Algo por el estilo… digamos que él nos da la libertad de vivir nuestra muerte como queramos mientras él se encarga de ayudar a encontrar un buen camino para transitar a los vivos. – agregó el viejo tan sonriente como siempre.
- Siempre creí que tenemos… perdón, teníamos una especie de destino. Siempre me dejo tranquilo creer en ello. Sentía un alivio pensando: si algo tiene que pasar, va a pasar, hagas lo que hagas. Me sacaba grandes mochilas de mi espalda. Sin embargo esta no es mi idea de paraíso.
- ¿A que te refieres? Si has sido un buen mortal, el lugar en donde vivas tu inmortalidad será tan perfecto como lo has imaginado, según mi experiencia me lo confirma.- afirmó el viejo con consternación y sin su amplia sonrisa.
- Para mi no existe paraíso en donde no estén los que yo ame.

El viejo comprendió con tristeza y recelo a lo que Santino se refería. Recordó sus primeros tiempos en su paraíso, cuando no era mas fuerte que un soldado en plena guerra luego de sus dieciocho años.
Sin embargo la charla continuo por unos segundos mas, segundos que se transformaron en minutos, minutos que pasaron a formar parte de las horas. El hombre de la gran sonrisa le contaba a Santino todo lo que él sabía sobre aquel paraíso debido a su experiencia. Le explicó que muchas veces va a querer hablar con alguien y este no le responderá ya que tal vez Santino no forme parte de su paraíso. Hay paraísos solitarios y tristes con gente que, así como en la muerte, también tuvo una vida solitaria y desesperanzada, culpando siempre a un ente externo por su falta de felicidad. Pero también hay paraísos alegres, coloridos y hermosos con gente que, como en la vida, se toma la muerte lo más optimistamente posible para hacer de ella una situación cómoda y gratificante. Santino creía considerarse dentro de este grupo luego de un tiempo.
Al pasar unas cuantas primaveras, aunque en verdad siempre era primavera en el jardín de Santino, este se acostumbró a su paraíso. Tampoco es que era muy difícil hacerlo. Ya no pensaba en aquellas personas a las que les había delegado unos cuantos problemas, o a las que les debía dinero, o de los impuestos que no había pagado, o de los bienes materiales que nunca tendría. Se pasaba todos los días de su existencia recorriendo su paraíso, contemplando la naturaleza y hablando con otros muertos como el viejo de la gran sonrisa. Ya no se preocupaba por nada ni nadie.
En realidad si. Todos los días le dedicaba tiempo de su muerte a la familia que había dejado. Cuánto los extrañaba. Muchos días lloraba por el hecho de que no los vería por mucho tiempo, o eso esperaba, pero él sabia que iban a estar bien. Sus hijos eran fuertes y tenían a su madre para guiarlos y enseñarles. Aparte, “les había enseñado el mejor”, siempre decía bromeando con el viejo.
Y cuanto extrañaba a su esposa. Siempre tuvieron sus diferencias pero tan solo con mirarla cualquier enojo quedaba en el pasado. Siempre se sintió orgulloso de tener a una mujer como ella a su lado para compartir la miel y la hiel de la vida. Recordaba sus ojos plagados de misterio que tanto le atrajeron en un primer momento y que nunca pero nunca dejarían de hacerlo. El le deseaba lo mejor, que continuase su vida y sea feliz. Pero que nunca lo olvide, ni olvide que algún día se iban a reencontrar ya que era su destino vivir juntos en la vida así como también en la muerte.
Luego de mucho tiempo, tanto que Santino ya sentía el paraíso como una parte más de el, se encontraba hablando con el viejo de la gran sonrisa:

- Y recuerdo la cara que puso al ver lo que hice, ¡quería matarme! – reía Santino al terminar de hablar.
- Y si, nunca podía uno quedar bien con todo el mundo o hacer algo que le gustase a todos. Se quiera o no alguna vez has lastimado a alguien y el arrepentimiento fue presa de vos.
- Si, que se yo… Yo siempre intente no hacerle mal a nadie y muchas veces termine arruinándolo todo...
- Igualmente, siempre va a haber alguien peor que uno.
- Pero con ese pensamiento causale mal a cualquiera que total siempre va haber algún presidente hundiendo al país como de costumbre – se echan a reír ambos dos cual nenes de seis años- Sinceramente, no me arrepiento de nada, y si volviese a vivir, a pesar de todas las cagadas que me mande y las veces que llore, haría exactamente lo mismo.



Frase del dia:
"No creas nada de lo que escuches y cree la mitad de lo que ves"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

....nunca se como empezar a escribir en estos comentarios....haga su comentario...cualquiera esto, cualquiera

como vos me recomendaste, me tome mi tiempo y lei tus 4 paginas de word. y me gustaron las 4 paginas. igual lo unico que me quedo con cosita fue el final....no que no me haya gustado, sino que llego mas rapido de lo que esperaba...como que creia que algo mas iba a pasar

igual esto lo digo de jodida que soy nomas, sabes que con nosotros la sinceridad al palo sale como piña =)

me gusto la frase de dali....era un capo el bigotudo

=)

segui lunatic
segui escribiendo que me gusta ;)

Darío C. Carzino dijo...

¿A dónde van?...buena pregunta para comenzar un cuento...¿A dónde diablos vamos? ¿Para que corrrrerrr tanto? ¿Para que pre-ocuparnos tanto de las cosas que pensamos que van a pasar? ¿Por que vivir a veces como torturados y no gozar de la vida instante a instante? ¿Por que vivir amargados por culpa de unos cuantos hijos de puta de traje y corbata te roban todo mientras vos los observas?
Creo que es un poco la síntesis de tu cuento....como siempre decis mi querido Tom: CARPEDIEM...Así hay que vivir...medio en serio y medio en joda...quien sabe despues donde nos encontraremos...Que el cielo siga dandote palabras a tu boca para que tus manos dibujen irónicos sueños de colores y como goteros inmensos de tinta china salpiquen Cable a Tierra. Abrazo mi Amigo!

-.Lu dijo...

yo tengo una mas cope que dario..
MEMENTO MORI
es decir, recordad que sois mortal
(?)


ni lei el post, me cagod e calor y con ese acento santiagueño no puedo pensar!
no vemos algun dia lluvioso